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martes, 16 de marzo de 2010

Esperando la gripe A

Se acerca la primavera. Los servicios sanitarios de urgencias siguen saturados, aunque comienzan a alejarse tímidamente las lluvias y el frío y con ellas los catarros y resfriados propios de la época. Con todo, seguimos esperando a la gripe A; esa amenaza que nos persiguió desde las televisiones, periódicos y emisoras de radio. Esa “pandemia” que ha estado en boca de todos los políticos y expertos en la materia.
La gripe A ha surgido de la nada como una amenaza mundial a la salud de la humanidad a pesar de que esta enfermedad se ha comportado de forma mucho más benigna que otros tipos de gripe (51,7 casos por 100.000 habitantes y 0,18 fallecidos por cada 1.000).

Hemos tenido “amenizados y amenazados” muchos desayunos de fin de semana periódico en mano, muchas sobremesas con los telediarios de las televisiones, muchas tertulias radiofónicas mientras conducíamos camino del trabajo. Hemos escuchado de primera mano todo lo que deberíamos y no deberíamos hacer para evitar el contagio. Nos lo han contado expertos, ministros, ministras, conselleiras y conselleiros. Hemos suprimido los besos como saludo y restringido los apretones de manos por el bien común y la salud pública.

Hemos surtido nuestros hogares, nuestras empresas, nuestros centros educativos, nuestros hospitales y centros de salud con soluciones hidroalcohólicas, mascarillas, vacunas milagrosas, millones de rollos de papel deshechable… Hemos gastado los recursos que no teníamos en campañas publicitarias, en obras de adaptación de nuestros centros sanitarios para acoger la avalancha de afectados por la gripe (consultas especiales, zonas de aislamiento,...). Al tiempo reducíamos draconianamente los presupuestos sanitarios, suprimido radicalmente las mal llamadas “peonadas” e incrementábamos, como consecuencia de todo ello, la lista de espera quirúrgica en algunas especialidades.

Hemos facilitado bajas laborales a trabajadores de riesgo: embarazadas, enfermos cardiovasculares, enfermos respiratorios crónicos, diabéticos, enfermos con insuficiencia renal, con enfermedades hepáticas, inmunodeprimidos, enfermos neuromusculares, obesos mórbidos, etc. Hemos nombrado “responsables de pandemia”, en centros educativos, a profesores de lengua o matemáticas, hemos activado protocolos de actuación en todos los ámbitos. Hemos generado mucha alarma social.

En España, hemos gastado algo más de trescientos millones de euros de las arcas públicas. Y todo esto mientras esperábamos la llegada de la famosa gripe A (antes porcina, con perdón). Y mientras Europa se organizaba y se pertrechaba con tamiflú (cuyas ventas, declaradas por Roche, aumentaron un 203% en el primer semestre de 2009), dispuesta a combatir la mayor pandemia del siglo, en otras partes del mundo sucedían hecatombes inesperadas como los terremotos de Haití y Chile, frente a los que nadie tenía, por supuesto, ningún protocolo de actuación y de ayuda…. donde la improvisación y el caos dominó todas las actuaciones.
Continentes y países son, hoy día, pasto de otras enfermedades (VIH), de la desnutrición o de las guerras. Se cobran cientos de víctimas mientras los europeos “nos lavamos las manos” al menos cinco veces al día. Un dato para la microhistoria: en 2009, el gobierno británico encargó 60 millones de dosis para la “inmunización” de su población frente a la gripe, mientras la OMS encargaba 50 millones de dosis para entregarlas gratuitamente a los países pobres del planeta y, paradójicamente, el país sede de las mayores compañías farmacéuticas, Suiza, se convertía en el único país europeo que no había autorizado ningún producto para inmunizar a su población.

Mientras seguimos esperando por la gripe A, quizás se esté riendo de todos nosotros en compañía de algún triste personaje que está ahora asesorando a los gobiernos del primer mundo para que vendan las vacunas sobrantes (casi todas) al tercer mundo. GlaxoSmithKline anunció que proyectaba ganar en 2009 unos 1.600 millones de dólares por la comercialización de su vacuna contra la gripe A. Ya vivimos una “situación” similar con la gripe aviar y su amago de pandemia. De aquellos polvos, estos lodos: Novartis y Glaxo habían sido aprobados para prevenir la gripe aviar, razón por la cuál en tres meses estaban preparados para comercializar su vacuna y copar el mercado en régimen de oligopolio. Evidentemente, ¡ iban por delante !.

Cada vez se hace más evidente que la gripe A ha resultado ser un siniestro negocio de las compañías farmacéuticas y que han estado utilizando para ello el alarmismo llevado a cabo por los medios de comunicación, ágilmente ilustrados e iluminados por políticos de todos los colores en el concierto del primer mundo.

Me resisto a creer que en algunos oscuros despachos se hayan firmado contratos multimillonarios, no quiero pensar que algunos laboratorios hayan multiplicado sus beneficios a costa de la “pandemia”, no quiero creer que la corrupción invada un tema tan delicado como la sanidad pública y por tanto la salud de todos, no puedo pensar que estemos reduciendo los presupuestos sanitarios amparándonos en la crisis y hayamos tirado por la ventana millones de euros... Por todo ello, ¡seguimos y seguiremos esperando la gripe A!

Por  José Manuel Peña Penabad

fuente:xornal.com

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