'La gripe que no fue'

Hoy ya sabemos a ciencia cierta que el virus H1N1, que provocaba la terrible gripe A de efectos devastadores, se ha comportado como una amenaza a todas luces menor, casi irrisoria. De hecho, hemos vivido un invierno con una de las tasas más bajas de infecciones gripales. Por contra, hace justo un año las expectativas eran catastróficas, casi apocalípticas. Asistimos entonces a una escalada cronometrada del virus, hasta llegar a esa pandemia que amenazaba con azotar al planeta. Un año después, los expertos aún no se explican las causas científicas que ayuden a entender la sorpresa de la benignidad del H1N1. Las administraciones y los organismos internacionales se escudan, ante el comportamiento imprevisto del virus, en la necesidad de curarse en salud, de estar alerta ante cualquier peligro aunque luego este se desvanezca como un castillo de naipes.

La pregunta que la Organización Mundial de la Salud (OMS) debe responder es si, tras la declaración de pandemia y la universal necesidad de dotarse de vacunas y medicamentos para paliar sus efectos, se escondía un simple error de planificación epidémica o un trato de favor hacia las multinacionales farmacéuticas. Los estruendosos beneficios de esas compañías están sobre la mesa. El sobrecoste de la prevención, a cargo de los estados, ha sido un gasto innecesario que en tiempos de crisis es aún más injustificable.
Es absolutamente imprescindible que los análisis de la OMS sean convincentes y no dejen margen de duda. Por una simple cuestión de honestidad y también para que, en el futuro, las voces que adviertan de la posibilidad de nuevas amenazas tengan un amplio margen de credibilidad.

fuente:elperiodico.com